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viernes, 9 de julio de 2010

CUERPO Y ALMA, ALMA Y CUERPO



-I-

Desesperado vivo en este cuerpo
que, impío, tiene prisionera el alma
en esa húmeda, triste, oscura cárcel.
Entre las rejas de estos viejos huesos
rabiosamente la pretende el diablo.
De él se defiende bien rogando al cielo.


-II-

¿Quién sabe por qué se anhela el cielo
que por él maltratamos nuestro cuerpo?
¿Y por qué entre las llamas, hosco el diablo,
se afana tanto por tener el alma?
¿Y por qué castigamos nuestros huesos
haciendo de la vida dura cárcel?


-III-

Aún siendo la vida dura cárcel
y mucho deseado el dulce cielo,
yacerán en la fosa nuestros huesos
que fueron esqueleto de aquel cuerpo
despojado por siempre más del alma.
Mucho la anhela, en su caldera, el diablo.


-IV-

Es en verdad tan sabio y viejo el diablo
y es esta vida, oscura y fría cárcel.
¡Cargada de cadenas está el alma!
¿Será premio o será castigo el cielo?
¿Será algo más que sólo polvo el cuerpo?
¿Sólo polvo serán éstos mis huesos?


-V-

Pues yacen en la tumba duros huesos
y el veredicto está esperando el diablo.
De los gusanos fue alimento el cuerpo
y el ataúd postrera y tosca cárcel.
¡Qué lejos de este mundo se ve el cielo!
Y, ya libre, ¿podrá alcanzarlo el alma?


-VI-

De sus cadenas se libere el alma,
aparten de la carne viejos huesos
y abra su entrada, presto, el dulce cielo
que, agazapado en el infierno, el diablo
prepara bien la celda en esa cárcel
a la que tanto miedo tiene el cuerpo.



Pues juzgue el hombre al cuerpo porque al alma,
de humana cárcel presa y de mis huesos,
lo quiere el diablo, mas la juzga el cielo.

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