De repente amanece el día y, malherido,
un corazón ardiente se queda enmudecido
al verse de su amor en hielo entumecido,
de la noche pasada al alba en el olvido.
Pues creyó en la ternura que entre ocaso y albada
sintió tan dulcemente en su interior colmada
por otro corazón gimiendo en su almohada,
que con tato fragor ardía en llamarada.
el fuego que en la noche entre los dos ardía,
se disolvió en la nieve todo el amor que había
encerrado en su pecho hasta ese horrible día.
Y murió de improviso, muy triste y olvidado
por todos sus amigos, por nadie recordado.
Y murió en muerte eterna, en vida sepultado,
que muerte fue su vida, en vida derrotado.
Piteira.