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jueves, 30 de julio de 2009

ANONIMATO



Nada escrito en esta losa,
nada escrito en mi memoria,
mas yo os contaré la historia
que me condujo a esta fosa.
Y es que la muerte escabrosa
vino a buscarme un mal día
y en su noche me moría
sin haberlo planeado,
sorprendido y asustado,
siendo grave mi agonía.


Si nada en el mundo viejo
tuve que me diera fama,
ni tan siquiera una cama
en la que echar mi pellejo,
el nuevo no es su reflejo
que en este inmundo agujero
no necesito dinero
ni tocino regalado
y yazgo siempre tumbado
de mi estancia prisionero.


Aproveché la ocasión
que me dio la suerte inmensa
y me quedé en la despensa
de aquella enorme mansión,
embriagada la razón
por deliciosos olores,
disfrutando los sabores
de chorizos ahumados,
de perniles bien curados,
y de quesos, los mejores.

Mas no duró mi alegría
que un abnegado criado
me atrapó despreocupado,
pues distraído comía,
y a grandes gritos decía:
¡Que nos roban, al ladrón!
¡Que nos roban, al ladrón!
Y acudió gente al instante
desde el punto más distante
a las voces del soplón.

El pueblo entero obediente,
por halagar al señor,
esperando su favor
al punto se hizo presente.
De todos el más valiente,
viendo el terror en mis ojos,
me obligó a caer de hinojos
suplicando su perdón,
mas no estaba en su intención
el librarme de despojos.

Entre blasfemias feroces
y ensangrentadas miradas
llueven palos y patadas
y juramentos atroces,
y amenazan con sus hoces
mi delicada garganta
y un aldeano levanta,
a la orden del tirano,
una guadaña en su mano
que la vida me quebranta.

Y no hubo al día siguiente
quien conociese mi nombre,
no había en el pueblo un hombre,
aunque fuese mi pariente,
que levantando la frente
recordase lo ocurrido.
Así pues fui conducido
al ingrato desenlace
y yerto mi cuerpo yace
por gusanos consumido.

Y quién mató al molinero
preguntaban ese día
y el tirano respondía:
No fui yo, fue el pueblo entero,
y salvándose él primero
condenaba a los paisanos
encadenando sus manos
con grilletes acerados
y así fueron encerrados
los sumisos aldeanos.


Pues así pueblos enteros
se someten a señores
que del poder sabedores
de su oro, de sus dineros
mandan matar molineros
sin rubor y sin recato.
Y así concluye el relato
de cómo hasta aquí llegué,
ya comprenderán por qué
yazgo en el anonimato.

1 comentario:

  1. ufff que poemazo parecia estar leyendo un libro de historia con algo de tragedia y comicidad a la ves, sabes que me ha gustado muchisimo.
    un abrazo y te sigo leyendo.

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