Oí su insistente llamada y lo busqué. Me asomé y allí estaba, con el pánico reflejado en sus redondos ojitos, maullando sin cesar.
2ª versión (17 de mayo 2025. Xa choveu!):
Desde aquel lugar la vista era inmejorable. Pasaba las tardes enteras sentado allí, observando el increíble ajetreo. Sentía una irresistible curiosidad por saber cómo sería estar en medio de aquel bullicio y aquella tarde sucumbió a la tentación.
Oí su insistente llamada y lo busqué. Salí, me asomé y allí estaba, tres metros más abajo, mirando hacia la terraza con el pánico reflejado en sus redondos ojitos, maullando sin cesar.
Oí su insistente llamada y lo busqué. Salí, me asomé y allí estaba, tres metros más abajo, mirando hacia la terraza con el pánico reflejado en sus redondos ojitos, maullando sin cesar.
Piteira