Duerme, mi
niño, duerme,
llega la
aurora,
tiene en su
dulce rostro
el alba
toda,
como amapola
que aguarda
ya el rocío
callada y
sola.
Duerme, mi
niño, duerme
que yo te
miro,
que en mis
labios dibujas
calor y
frío.
Y en la almohada
viene
hiriéndote el rostro
la luz del
alba.
Duerme, mi
niño, duerme,
no digas
nada
que el mundo
te atropella,
te hiere y
mata.
No mires
nada,
no sepas el
dolor
que viene al
alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario