Sus ojos me
miraban
embaucadores,
sus labios
me ofrecían
sus mil
sabores
y yo me
hundía
en su dulce
regazo
y me rendía.
Danzaban
para mí
como dos
diosas,
como en el
viento danzan
las
mariposas.
Yo las
miraba
y en su
tierna sonrisa
me
enamoraba.
Han pasado
los días…
¿Ya no
recuerdas
que aquella
dulce noche
yo quise
eterna?
Yo no me
olvido,
porque
vuelva esa noche
sueño,
suspiro.
Diosas de
carne y hueso
que me
mimasteis
en una noche
loca
y me
besasteis
miradme
ahora,
mirad mi
gran anhelo
y mi
zozobra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario